Las tendencias de consumo son la brújula que guía los pasos de las marcas, que están obligadas en este sentido a adelantarse a los frenéticos cambios emprendidos por un consumidor que renuncia deliberadamente al inmovilismo y está siempre al acecho de la novedad.
En las tendencias de consumo y en la manera en que estas impactan en las marcas fija precisamente la mirada la empresa de investigación de mercados Mintel en un informe que disecciona las que están abocadas a convertirse en las grandes fuerzas disruptoras del consumo en el transcurso de los próximos cinco años.
1. Mentalidad regida por el «yo»
El 64% de los jóvenes adscritos a la Generación Z tiene el firme convencimiento de que en los últimos años los consumidores han antepuesto los intereses de la sociedad en su conjunto a los intereses de naturaleza personal. Y creen, no en vano, que han perdido dos años de sus vidas como consecuencia de la pandemia del coronavirus.
Por esta razón, y a fin de recuperar el tiempo perdido, en los años venideros los consumidores se arrojarán con entusiasmo en los brazos de actividades de nueva hornada y demandarán a las marcas productos y servicios personalizados.
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2. Cesión del poder a la gente
El consumidor desea ser ungido con un rol mucho más activo y alumbrar cambios codo con codo con las marcas. En Reino Unido, por ejemplo, el 41% de los consumidores consideran que las empresas «direct-to-consumer» disfrutan de una relación mucho más personal con el cliente que las empresas tradicionales.
Por otra parte, en Alemania el consumidor cree que el influencer marketing está particularmente orientado al cliente. El 20% de la gente sigue a influencers a tiempo completo en las redes sociales. En cambio, solo el 5% califica de interesante el parecer de los líderes de opinión.
Parece, por lo tanto, evidente que las marcas (obligadas de manera impepinable a escuchar, reaccionar y ser innovadoras) deben esforzarse en la creación de modelos donde los consumidores puedan ayudar activamente a impulsar el cambio.
3. La gran extenuación
Los consumidores encadenan una crisis tras otra. La pandemia, la guerra de Ucrania, la crisis energética y el cambio climático han hecho mella en la gente (y continúan erosionando el ánimo del consumidor). Razón de más para que los consumidores no puedan evitar sentirse exhaustos y sobrepasados.
En el último año el 49% de los consumidores estadounidenses sufrió, por ejemplo, problemas de estrés.
Acogotados por crisis venidas desde todos los frentes, los consumidores desean concentrarse en lo que de verdad importa y muestran cada vez más interés por iniciativas benéficas y proyectos enfocados a la comunidad.
Para rebelarse contra el agotamiento permanente emanado del lóbrego contexto actual, el consumidor aspira a volver a tomar el control sobre su propia vida y espera para ello el soporte de las marcas (que deberían ser sus aliadas en la batalla contra las calamidades de naturaleza financiera).
4. Transición de lo global a lo local
En un entorno fuertemente lastrado por la incertidumbre a escala global, el consumidor vuelve a fijar la mirada en los recursos locales. La creciente apuesta del consumidor por los negocios locales es un remanente de la pandemia, pero también la prueba de que su comportamiento ha cambiado efectivamente a largo plazo.
Comprando productos regionales los consumidores se protegen a sí mismo en el plano financiero, ecológico y psicológico y sienten además que están devolviendo algo a la comunidad en la que están imbricados.
Los consumidores viran de manera casi instintiva a empresas locales que revisten de verdadera autenticidad a sus productos y servicios.
En el transcurso de los próximos cinco años la gente exigirá cada vez más a las marcas transparencia en la trazabilidad de sus materias primas y de sus medidas encaminadas a la conservación de recursos naturales.
5. Consumo consciente
En el difícil contexto económico actual el consumido desea tomar decisiones financieras inteligentes sin comprometer por ello su calidad de vida. Por esta razón factores como la flexibilidad, la durabilidad y la sostenibilidad son cada vez más importantes en la escala de valores del consumidor.
La gente no solo no quiere comprar menos productos sino también echar el guante a artículos más duraderos y atemporales que puedan ser empleados en múltiples contextos.
Otro aspecto de suma relevancia a ojos del consumidor es la responsabilidad social de las marcas. En este sentido, confrontados con múltiples marcas en las estanterías de los supermercados, muchos consumidores se decantan por aquellas compañías que están alienadas con sus propios valores y están enfocadas al bien común.