Amorino: el mejor helado del mundo como vía para alcanzar el éxito

Aunque la gente lo identifica con otras latitudes, la mejor variedad de mango la encontramos en India y lleva por nombre Alphonso, en honor de un militar portugués. El dato surge en la conversación con Daniel Díez, director general en España de Amorino, una cadena de boutiques de helado artesanal italiano comprometida con la calidad, un empeño que les lleva a “buscar por el mundo los mejores ingredientes e incorporarlos a la carta”.

Procedentes de los ámbitos tecnológico y financiero, Cristiano Sereni y Paolo Benassi, dos amigos de la infancia apasionados por los helados, crearon la marca en 2002. “Desde el inicio su objetivo era terminar fabricando el mejor helado del mundo y ubicarse en los mejores sitios”. Un camino del que nunca se han desviado. “Mucha gente empieza haciendo un buen helado, pero, cuando el negocio se tambalea, la reacción es bajar la calidad. Y en esta tentación es dónde fracasa la mayoría, fruto de no tener fondos propios, de empezar a no creer… Con la covid, por ejemplo, esto se puso sobre la mesa en un montón de negocios. Nosotros hemos seguido con la misma calidad, la misma cantidad de producto y, para cuadrar esto, hemos subido el precio. Al final, las empresas tienen mucho pavor a subir precios, pero nuestra reflexión ha sido la de mantenernos fieles y entender que tenemos a un público ganado que valora la calidad que le ofrecemos”.

Esta constancia, a todos los niveles, ha sido determinante en el éxito de Amorino. “Desde el principio la idea fue avanzar en la creación de unos helados 100% naturales, sin un sólo componente químico en las recetas, de modo que fuimos buscando en la naturaleza los equivalentes a elementos como los espesantes que se suelen emplear en la elaboración de estos productos. Esto llevó su tiempo y, pasados ocho años, ya pudimos decir que teníamos unos helados 100% naturales. Al final, como siempre ocurre, el consumidor lo apreciará o no, pero tú te sientes tranquilo, porque tienes el producto que quieres tener”.

Con vocación global desde su nacimiento

18,5 millones de helados vendidos al año, 1,7 millones de huevos bio consumidos, 3,2 millones de macarons vendidos… Las cifras muestran la dimensión de un proyecto que nació con vocación global. Aunque italiana al 100% –“nos regimos por la estricta regulación del helado artesanal italiano y en la sede todo se habla italiano”–, la compañía eligió París para montar su obrador central. “Francia da una seguridad jurídica muy importante, logísticamente es mucho mejor para realizar la primera expansión a nivel europeo y es la ciudad más turística casi diría del mundo”.

En la capital francesa también abrieron, en 2002, su primera tienda, para después ir aterrizando en otras plazas emblemáticas como Nueva York, Londres y Ciudad de México. “Su marcado aire internacional hace que se vaya nutriendo de cómo se mueve el mundo y hacia dónde se dirige, de ahí que siempre haya incorporado mucha tendencia a su producto. Fuimos los primeros, hace 12 años, en incorporar el producto bio a las recetas y todos nuestros helados son sin gluten”.

Un carácter pionero del que que Amorino ya dio muestras al poco de nacer. “Estar en ubicaciones prime requería una facturación mínima obligatoria para hacer viable el concepto. A partir aquí, y en esta búsqueda para cuadrar el círculo, se empezaron a diseñar productos que llevaran helado pero que traspasaran la frontera del verano, como gofres, crepes o macarons, un montón de referencias que ahora ves en las heladerías pero que fue Amorino el que lideró su segmento casi desde el principio para dinamizar esta parcela”.

EMPRENDEDORES: Vitales en su estrategia, ¿la pandemia ha liberado locales en buenas zonas?
DANIEL DÍEZ:
En otros países sí, en España, muy pocos, ya que no surgen ubicaciones prime todos los días. Aquí podríamos haber crecido más, de haber encontrado más sitios óptimos. España es un mercado complicado en este aspecto, ya que existen pocas calles con las características que buscamos, en el sentido de poder facturar en al tienda, como mínimo, a partir de 350.000 euros.

Elaboramos un producto 100% natural, sin conservantes artificiales, con lo que el producto se tiene que consumir; no vale abrir en un pueblo y vender sólo en fin de semana. En nuestro caso, el flujo de gente tiene que existir sí o sí.

EMP.: España fue el segundo mercado donde entró Amorino, con la apertura de una tienda en Barcelona en 2009. ¿Cuál es el plan de expansión?
D.D.:
Tenemos 26 heladerías [tres de ellas en obra], de las cuales tres son propias. Habíamos estado un poco parados y ahora iniciamos de nuevo el proceso, con la previsión de abrir 10 tiendas por año en los próximos tres ejercicios.

EMP.: ¿Y este parón se debió a la pandemia o era un impasse en España?
D.D.:
En la pandemia estuvimos todos más que parados, sobreviviendo. Nosotros estábamos en la tormenta perfecta, dentro de la hostelería, en ubicaciones turísticas y, encima, prime, con alquileres altísimos. Realmente ha sido un milagro estar dónde estamos ahora.

Teníamos un plan de expansión que queremos recuperar. Esto es lo mejor que puedes hacer para tus franquiciados, que es darles más notoriedad de marca si cabe y, para eso, hay que abrir tiendas.

EMP.: ¿Cuáles son las líneas maestras de su crecimiento en franquicia?
D.D.:
Somos 100% partners. No cobramos royalties, hacemos un seguimiento continuo y real; ganamos dinero de nuestros asociados si ellos compran nuestro producto, por tanto, debemos hacer lo máximo para que ellos facturen lo máximo. Al final, la buena franquicia es aquella en la que tienes 100 personas trabajando para ti; y en nuestra central hay 100 personas, en muchos departamentos, donde cada una empuja y donde el beneficio es para la tienda.