De Navarra al mundo: la historia emprendedora detrás de Pacharán Zoco

n un pequeño rincón del norte de España, donde los campos de endrinos salpican el paisaje navarro, nació una de las marcas más emblemáticas del licor tradicional: Pacharán Zoco. Pero su historia no empieza con el producto en sí, sino con la visión de una familia que supo transformar una bebida casera en un fenómeno empresarial con proyección nacional e internacional.

Los orígenes: de costumbre casera a negocio visionario

Hasta bien entrado el siglo XX, el pacharán era una bebida elaborada de forma artesanal en hogares navarros. Se preparaba macerando endrinas silvestres en anís, siguiendo recetas que se transmitían oralmente de generación en generación. No se comercializaba. Era una tradición, no un producto.

Fue entonces cuando, en 1956, Emilio Restoy Zoco, tuvo la intuición de que algo tan íntimamente ligado a la cultura navarra podía convertirse en una marca reconocible y sostenible. Fundó Destilerías Zoco en Dicastillo (Navarra), sentando las bases de una empresa que iba a revolucionar la relación del consumidor con un licor profundamente local.

Zoco fue la primera marca registrada de pacharán en España, lo que no solo le dio ventaja competitiva, sino que también marcó el inicio de una categoría comercial hasta entonces inexistente.

La familia Restoy: visión a largo plazo y legado

Detrás del nombre Zoco hay una historia de familia y emprendimiento intergeneracional. La familia Restoy no solo apostó por un producto con raíces culturales, sino que también supo profesionalizar su producción, distribución y posicionamiento sin renunciar a su origen.

El enfoque fue siempre claro: crear una marca con identidad, que respetara la tradición pero con visión empresarial. Desde la búsqueda de los mejores endrinos —al principio silvestres y más tarde cultivados localmente— hasta el diseño de una botella que evocara autenticidad sin caer en lo rústico, todo fue parte de una estrategia que combinaba herencia y marketing inteligente.

La empresa se mantuvo en manos familiares hasta su integración en el grupo Pernod Ricard, uno de los gigantes de bebidas espirituosas a nivel mundial. Lejos de diluir su esencia, esta alianza permitió a Zoco conservar su ADN mientras escalaba su presencia internacional.

Lecciones para emprendedores: lo local puede escalar

Para quienes emprenden hoy, la historia de Pacharán Zoco deja varias lecciones valiosas:

  • Identidad clara: Zoco no intentó parecerse a ningún otro licor. Al contrario, se definió por lo que era, un producto navarro, tradicional, diferente.
  • Profesionalización sin perder el alma: Desde el primer momento, la familia fundadora entendió que para escalar había que estandarizar procesos, asegurar calidad constante y registrar la marca.
  • Paciencia y visión a largo plazo: El éxito de Zoco no fue inmediato. Construyeron la marca durante décadas, cultivando tanto clientes como relaciones institucionales en Navarra y más allá.
  • Adaptación sin renunciar al origen: Con la entrada en el mercado global, la marca supo adaptarse a nuevos públicos sin perder su arraigo local. Una muestra de que lo glocal no es una moda, sino una estrategia viable.

Hoy, Pacharán Zoco es parte del patrimonio emocional y empresarial de Navarra. Su historia no es solo la de un licor tradicional, sino la de un modelo de emprendimiento que demuestra cómo lo local, cuando se trabaja con inteligencia, puede convertirse en marca país. Y todo empezó con una familia que vio en una costumbre casera no solo una tradición que preservar, sino una oportunidad que escalar.