Emprender un negocio no siempre significa que haya que esperar a tener una edad para hacerlo. A veces la creatividad te llega a una edad temprana. Y eso es lo que le ha pasado a un adolescente gallego de tan solo 14 años. Este adolescente no tiene el mismo problema que muchos otros, de no saber qué hacer con su vida. Al contrario, Marco Bermúdez empezó su trayectoria empresarial con ocho años. Su testimonio puede ayudar a muchos, grandes y pequeños, a entender que, con una buena idea, la edad no es el problema para sacar adelante un negocio en España.
Un talento precoz con impulso constante
Marco comenzó su primer negocio con ocho años. En esa época lo que hizo fue diseñar un robot humanoide, aunque el resultado que obtuvo no fue el que él esperaba. Es decir, fue un fracaso. Aun así, de ese error obtuvo una lección invaluable que le hizo replantarse y crear un sistema de orientación para supermercados. Un poco más tarde, creó una impresora 3D, que fue la que marcó un punto de inflexión, ya que empezó a recibir encargos que fueron los que iniciaron su primer negocio real (y rentable).
Pero no se queda ahí. Lo cierto es que Marco sigue ideando nuevas ideas y negocios. Ahora mismo, se encuentra en un proyecto ambicioso, el inventar un software basado en inteligencia artificial para que se pueda optimizar el diseño de puentes.
Emprender desde pequeños
No hay duda de que el caso de Marco sorprende por su juventud, que ahora compagina con la escuela. Pero no es un caso aislado. Hay más adolescentes emprendedores que se han hecho famosos.
Un ejemplo de ellos es Jordan Casey. A los 16 años ya dirigía tres empresas tecnológicas. Podríamos decir que es algo así como un genio de la tecnología, ya que, a los nueve años, aprendió a programar. A los 12, diseñó un videojuego muy exitoso (Allien Ball vs Humans), arrasando con él en iTunes.
Otro historial destacado es el de Adam Hildreth, de la misma edad que Marco. Con 14 años fundó Dubit Limited, una red social para jóvenes, una de las más populares del Reino Unido. Un poco después, fundó otra empresa de tecnología, Crisp Thinking, enfocada en proteger a los niños en Internet, con una alta eficacia en la detección de riesgos.
El motor detrás del éxito de los jóvenes
Según ha declarado Marco, para él lo más importante ha sido el apoyo familiar para poder compaginar sus estudios con sus empresas. De no haberlo tenido, no habría podido avanzar ni equilibrar su vida escolar con la laboral. Algo parecido le pasó a Jordan Casey, quien, sin la ayuda económica y logística de sus padres, no habría podido gestionar sus negocios. Además, en este caso recibió subvenciones del gobierno irlandés y el apoyo de empresas como Google. Las conferencias que impartió también fueron ingresos que invirtió en sus empresas, logrando que estas avanzaran.
Ahora mismo, el éxito empresarial se asocia con adultos cualificados, no con menores. Por eso, casos como el de Marco u otros niños permiten romper los estereotipos e impulsar una nueva generación que va más allá del talento individual, permitiendo que estos jóvenes puedan liberar su potencial, independiente de la edad que tengan. De hecho, son ejemplos para otros que tienen ideas de negocios, pero que no se animan a sacarlas adelante por miedo a no tener suficiente conocimiento para ello, perdiendo oportunidades por el camino.
Además, hay estudios que hablan de la responsabilidad, resiliencia y gestión que aprenden los jóvenes emprendedores, moldeando a futuros líderes y personas que van a estar más comprometidos.
Los adolescentes empresarios
Aunque puede parecer que estos adolescentes están enfocados en el trabajo, no todo su tiempo lo invierten en este. En el caso de Marco, él mismo ha dicho que vive su infancia según sus propios términos. Es decir, dedica sus momentos libres a sus proyectos, pero también saca tiempo para jugar, estudiar, dormir, divertirse y estar con sus amigos.
Por su parte, Jordan Casey ha establecido una rutina en la que estudia por el día y utiliza la tarde y noche para trabajar en sus empresas. Los fines de semana están destinados al descanso. Para él, es importante que haya un equilibrio y responsabilidad para poder combinar todo: tanto la parte del estudio como el trabajo y, por supuesto, el ocio. Y, por supuesto, ser capaz de mantener ese orden en su día a día.













