El negocio que seduce a nostálgicos futboleros y a ‘todo pichichi’

La historia del futbolín es bonita. Lo inventó el gallego Alejandro Finisterre, en plena Guerra Civil española. Tras sufrir una herida, fue ingresado en el hospital de Montserrat (Cataluña), donde coincidió con otros niños enfermos que no podían jugar al fútbol. Así que, inspirado en el tenis de mesa, pensó que también podría trasladarlo al fútbol. Contactó con un carpintero vasco para que realizase las piezas conforme a sus indicaciones y así nació el futbolín.

Como suele suceder con los inventores, tampoco este murió millonario pero sí que consiguió reunir con el ingenio una suma suficiente como para marcharse de España. No regresó hasta la época de la Transición y fue entonces cuando pudo comprobar, sorprendido, la enorme repercusión que había alcanzado su invento. Desde entonces, el futbolín forma parte de nuestra historia.

Su mayor esplendor lo vivió durante los años de la década de los 70 y los 80, cuando el futbolín se convirtió en icono de todos los bares nacionales y parte del extranjero. El sonido de los balonazos lanzados por unos muñequitos de madera ensartados en un eje transversal y girados por los jugadores para golpear la pelota de madera, forman parte de la memoria de casi todos los españoles. A muchos nos devuelven a la infancia, a la adolescencia, a los años estudiantiles o a las reuniones familiares.


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La idea de dos grandes amigos

Y fue basándose en ese sentimiento nostálgico donde Enrique Rubio pensó que podría tener sentido su idea de negocio: volver a elaborar piezas de futbolín respetando la tradición artesanal y venderlas como regalo. La idea la tuvo antes de la pandemia, así que aprovechó el confinamiento para armar la empresa y el plan de negocio. Sumó al proyecto a su mejor amigo, Víctor Aceves. Ambos son los fundadores y, por ahora, únicos empleados de The Pichichi Company.

El core del negocio es la elaboración de las emblemáticas figuras del futbolín que tanto sirven como regalo como para coleccionistas. Para estos últimos disponen de muñecos que representan a los míticos del fútbol, como Diego Armando Maradona, Pelé, Ronaldo, Iniesta o Iker Casillas. Luego tienen también figuras que representan a todos los equipos de Primera División de La Liga -los femeninos también- y por último ofrecen la opción de personalizar la figura por encargo, cambiando el nombre y los colores del equipamiento que les soliciten. El resultado es un regalo entrañable y bastante simpático que también se puede adquirir con un imán para adherirlo al frigorífico.

El proceso de toda la vida

Las piezas las elaboran de forma artesanal, una a una, ciñéndose al proceso de siempre. Se hacen con madera de haya y se moldean en tornos, para lo que cuentan con la colaboración de un artesano. Luego ya ellos, en su taller de Las Rozas, se encargan de pintar las figuras con pincel para poner los nombres y colores del equipamiento.

Apenas disponen de un histórico para hablar de cifras relevantes pero sí que The Pichichi Company ha recibido un buen feedback y tiene ya pedidos de otros países, como Argentina, Colombia o Corea. El mercado principal es, no obstante, España con un target en el que predominan los hombres con edades de entre 25 y 45 años. Por cierto, los colchoneros, los mas entusiastas en la compra.

Las figuras, al precio de 14,95 euros, se venden a través de la tienda online pero ni Rubio ni Aceves renuncian a abrir una tienda física cuando reúnan más material y algo más de pulmón financiero. En sus planes a corto plazo entra también lanzar un nuevo diseño de futbolín, también de madera, pero más acorde a los tiempos. Tampoco se trata de revolucionar demasiado porque no le hace falta. Al fin y al cabo, como ellos mismos dicen, no es un muñeco cualquiera ¡es una figura de futbolín! con esencia propia.

ANA DELGADO