Muchos negocios abren hoy de nuevo. Otros esperan hacerlo la semana que viene. La incertidumbre de qué protocolos sanitarios seguir es una preocupación general. Porque generar confianza en los clientes será la primera tarea en la reapertura de muchos negocios. El miedo al contagio está en muchas personas. Pero también el miedo a un repunte y volver atrás de nuevo a un confinamiento que resultaría más duro aún.
Nadie quiere eso. Ni empresas, ni clientes. Y por otra parte tienen que asegurar la salud de sus trabajadores. Por este motivo las empresas se van a esforzar sobremanera en mostrar a sus clientes que pueden volver a estos establecimientos con total seguridad. Pero no será un labor de una semana.
Habrá que esperar un tiempo prudencial. El cambio no se produce en una semana. Puede que ni siquiera en un mes. Pero el objetivo es llegar al verano con la confianza de los consumidores y clientes habituales recuperada. Acostumbrados a esta nueva forma de relación con los negocios que se hará norma durante el otoño e invierno que nos esperan.
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Las empresas tienen que poner de su parte siendo estrictas. Porque una parte de la llegada de estos clientes va a venir relacionada con esta forma de trabajar que garantice la seguridad. Y es algo que tiene que percibir el cliente que lo va a agradecer. Y mucho cuidado con relajar los protocolos, porque que un negocio se sitúe en el origen de un foco puede suponer un grave problema.
Hasta ahora lo más parecido que hemos visto son intoxicaciones alimentarias que ha podido provocar un negocio. Y esto supone una crisis de reputación que en condiciones normales es casi imposible volver a levantar el negocio. Ahora con menos ingresos y menos clientes mucho más complicado todavía.
¿Imaginamos una peluquería que no ha tomado las medidas necesarias y ha contagiado a todos los clientes que pasaban por allí? ¿Podría sobrevivir al cierre y a la pérdida de confianza de todos sus clientes? Lo mismo podemos pensar de un bar, de una tienda de ropa, etc.