Jordi Calbet Tarragó cuenta que su curiosidad por la cría de insectos se despertó en una conferencia realizada alrededor de 2015 en Holanda sobre el futuro de la alimentación, “básicamente por su alta capacidad de conversión, por su potencialidad en la automatización de su cría, la sostenibilidad en todo el proceso y, sobre todo, por la alta calidad de sus productos”.
Desde entonces, volcó este interés en buscar soluciones innovadoras y eficaces de cara a garantizar la sostenibilidad de la cadena alimentaria con el menor impacto medioambiental.
El trabajo cuajó en 2019 con la creación de Iberinsect, empresa biotecnológica especializada en la cría, producción y transformación del Tenebrio Molitor (gusano de la harina) y todos sus derivados en formulaciones de harinas y piensos de alto valor nutricional destinados a la acuicultura, al sector avícola, al porcino y a los animales de compañía.
También desarrollan fertilizantes orgánicos y oportunidades en el ámbito de I+D, empleando este insecto como elemento clave y ofreciendo soluciones en función de las necesidades del cliente.
Para el responsable de la compañía, “se trata de una labor apasionante, ya que podríamos decir que está todo por hacer, de forma que nuestra investigación no se centra en un solo campo. Abarcamos desde el manejo del insecto en la parte de la reproducción, el engorde y el desarrollo de un plan de alimentación propia hasta su transformación para llegar al producto final, ya sean harinas, lípidos o fertilizantes”.
Sostenibilidad desde la elección de la materia prima
En Iberinsect no se deja nada al azar, mucho menos la elección del insumo que transforman en productos. “Si hablamos de que queremos ser sostenibles y queremos trabajar lo máximo posible con materias primas locales, debemos empezar con nuestro protagonista. El Tenebrio Molitor, que es el insecto con el que nos hemos especializado, a diferencia de otros es autóctono de Europa”, apunta el consejero delegado.
Según explica se trata de un coleóptero cuyo proceso productivo es altamente escalable, no es portador de patógenos y posee una serie de características nutricionales que lo diferencian de otros insectos, debido a su alto nivel de proteína altamente digestible, menor porcentaje de cenizas, palatabilidad neutra y un color marrón claro que lo caracteriza apreciado en sectores como el de los animales de compañía.
A partir de ahí, y de la misma forma en que utilizan conocimientos de otros sectores y los aplican a la empresa, utilizan soluciones tecnológicas habituales de otros ámbitos y los adaptan a sus necesidades.
“También hemos desarrollado técnicas y maquinaria ad hoc que no hemos encontrado en el mercado”, dice Calbet, para quien su experiencia en el sector cunícola dentro de Grup Cunicarn ha resultado crucial. “Tener el conocimiento de una empresa que ha estado durante más de 40 años en toda la cadena de valor de un sector agroalimentario desde la genética, la producción de piensos y la transformación es de un valor inestimable. Nos ha permitido aplicar todo el conocimiento en un nuevo sector como es el de los insectos, estrechamente vinculado al sector primario, y con ello realizar grandes avances en todos los aspectos de Iberinsect”.
Altos beneficios como pienso y fertilizante orgánico
Entre los beneficios que la proteína de insecto tiene para la acuicultura, el sector avícola y el porcino, el CEO de Iberinsect explica que es rica en aminoácidos esenciales, grasas, minerales y vitaminas de elevado valor nutricional.
Además, comparada con las opciones tradicionales, su alta digestibilidad la hace especialmente indicada para determinadas aplicaciones en momentos de cambios alimentarios dentro del ciclo natural de diferentes especies. Se trata también de una proteína funcional adecuada para tratamientos hipoalergénicos para animales de compañía.
En cuanto a su uso como fertilizante natural, al contrario que otros abonos orgánicos, como no proviene de las deyecciones de las granjas de ganado, se evita el gran impacto medioambiental que estas generan.
Comparado con los fertilizantes químicos presenta un balance nutricional superior y preserva la calidad y el equilibrio natural del suelo y los cultivos. “Se trata de un producto inoloro, con un buen equilibrio en nitrógeno, fósforo y potasio apto para multitud de cultivos gracias a su liberalización lenta de nitrógeno, que le permite ser más fácilmente absorbido —expone Jordi Calbet—. Además, aporta macro y micro nutrientes que mejoran la actividad microbiológica del suelo, incrementa la tolerancia de la planta al estrés abiótico y la resistencia a patógenos. Es especialmente indicado para la horticultura y para los viñedos”.
Otro aspecto que le distingue de los fertilizantes químicos es que estos obtienen su fuente de nitrógeno en la extracción de energías fósiles, concretamente del gas, algo que en los últimos años y como consecuencia de la guerra en Ucrania ha provocado un incremento de precios que, a su vez, ha afectado a un aumento de costes en toda la cadena de valor.
“La crisis del COVID-19 y todas las situaciones geopolíticas a las que la humanidad se ha enfrentado en los últimos años han demostrado que las cadenas de suministro globales son vulnerables y se exponen a numerosos riesgos potenciales”, declara Calbet al respecto.
Por el contrario, señala que una incorporación en las dietas de los animales de una proporción, aunque sea baja, de esta proteína producida a través de materias primas locales en Europa puede ser clave de cara el futuro; puede ayudar en el mismo porcentaje a la menor dependencia de materias primas de terceros países y por tanto a la soberanía alimentaria de esa cadena de valor.
“No es extraño ver en la naturaleza aves, peces o mamíferos alimentándose de insectos. Su reintroducción en la alimentación de los animales de compañía y de granja mejorará la resiliencia de la oferta agrícola en línea con la estrategia Farm2Fork de la Comisión Europea”, indica el empresario.
Iberinsect, en lucha contra el cambio climático
En el terreno medioambiental, Iberinsect tiene mucho que decir. «Europa es tremendamente deficitaria en proteína y este déficit se complementa con la importación de materias primas que generan un gran impacto directo en el medio ambiente, lo que hace que nuestro actual sistema de producción no sea muy sostenible».
Por su parte, la cría de insectos se basa en la alta eficiencia de la conversión de los piensos, en menos emisiones de gases de efecto invernadero, ya que su producción no libera metano, y en un menor uso de agua y tierras cultivables.
Además, su producto final, comparado con las formulaciones de harinas y piensos tradicionales, tiene un gran impacto positivo en la lucha contra el cambio climático, «porque nuestro modelo de negocio es integral y circular, controlando desde las materias primas hasta el producto terminado”.
Por otro lado, hay que recordar que, según la FAO, en 2050 la necesidad de proteínas en todo el mundo aumentará alrededor de un 70% y solo tendremos un 5% más de tierras agrícolas disponibles, mientras que los recursos de agua, suelo y pescado salvaje están disminuyendo.
Sobre este punto, Jordi Calbet tiene claro por dónde debe encaminarse la solución: “Para poder alimentar al planeta del mañana, debemos aumentar masivamente la capacidad de producción de proteínas. La clave es producir más con menos, reduciendo al mismo tiempo nuestro impacto en el medio ambiente. En este aspecto, la proteína de insecto puede ser la piedra angular y parte de la solución que lleve equilibrio al sistema, aportando resiliencia y sostenibilidad. El objetivo es reinventar la cadena alimentaria ofreciendo alimentos naturales y sostenibles para el consumo animal y ser capaces de producir más con menos”.
Con respecto a esta ecoeficiencia, los datos avalan el potencial de la cría de insectos: se realiza de forma vertical, lo que requiere 100 veces menos suelos agrícolas que producir la misma cantidad de proteína animal; consume un 99,5% menos de agua y no utiliza antibióticos.
Investigar y colaborar, claves para seguir mejorando
Son muchos los hitos que todavía faltan por alcanzar y para ello, el responsable de Iberinsect reconoce que es necesario realizar un gran esfuerzo en investigación.
«Solo en el proceso palatalabilidad intervienen diferentes fases en las que es muy importante determinar y controlar los parámetros para procesar la larva viva y poder convertirlas en un producto apto para el consumo animal. Estos controles de proceso determinan no solo la productividad sino que aseguran la calidad y la seguridad alimentaria».
En esta labor de análisis trabajan con la meta de convertirse en un socio referente para la industria alimenticia, laboratorios de investigación e instituciones públicas.
Lo hacen en dos fases, una primera muy avanzada centrada en una planta piloto (preindustrial) en Reus, el primer centro de producción autorizado en Cataluña de estas características. Allí han mejorado sus planes de alimentación, reproducción, manejo y transformación a proteínas, lípidos y fertilizantes con una serie de objetivos marcados desde la creación del proyecto.
Todo ello con el fin de aplicar los conocimientos obtenidos en cuanto a la mayor eficiencia de los procesos en una segunda fase que contempla la creación de una planta industrial de mayor escala.
La colaboración con otras empresas y entidades para el estudio y la implantación tanto de los abonos como de las proteínas y lípidos también es vital en el proceso de mejora continua que se lleva a cabo en Iberinsect.
En este punto, innovan codo con codo con los centros tecnológicos más avanzados de nuestro país, desarrollando los sistemas necesarios para la optimización. “La colaboración y el trabajo conjunto con diferentes empresas y sectores está siendo clave para adaptar al máximo nuestros productos a las exigencias del mercado”, reconoce Calbet.
Como resultado, Iberinsect está obteniendo la atención y el reconocimiento de iniciativas referentes en el ámbito agroalimentario como Plataforma Tierra. El proyecto de Grupo Cajamar para la digitalización y sostenibilidad del sector incluyó a la empresa como caso de éxito en el análisis Nuevas fuentes alternativas de proteínas, publicado a finales de 2022.
“La labor de desarrollar el proyecto de Iberinsect requiere de grandes esfuerzos, no solo económicos sino también de tiempo de dedicación de nuestro equipo. El reconocimiento de Plataforma Tierra nos ayuda a continuar la labor que estamos realizando con el mismo ímpetu y gana o incluso más que en el momento que se arrancó este proyecto, hoy ya hace más de tres años. Conectar la innovación con el sector agroalimentario es una labor que cabe destacar de la Plataforma Tierra y es una herramienta básica para conocer los avances de la agricultura del futuro”.