Muchos jóvenes españoles no llegan a hacerse autónomos por falta de educación financiera

Frente al discurso oficial que promueve el espíritu emprendedor desde edades tempranas, un reciente estudio de Funcas expone que buena parte de los jóvenes españoles carecen de las herramientas mínimas para desenvolverse en la economía real.

Los expertos plantean que es posible mejorar estas competencias en el artículo Mejorando la educación financiera de los adolescentes, publicado en el número de agosto de los Cuadernos de Información Económica de Funcas,

En este sentido, Gonzalo Illesca, profesor de la Universidad Francisco Marroquín (UFM) de Madrid, pone el foco en la importancia de enseñar a los chavales “a razonar cuánto es la rentabilidad de su trabajo para que descubran el valor de trabajar para sí mismos”.

Las políticas educativas pueden mejorar las habilidades financieras de los futuros autónomos

El texto de Funcas parte de un diagnóstico contundente: los adolescentes españoles presentan déficits importantes en habilidades financieras básicas, tal como evidencian los resultados del módulo financiero del Informe PISA anual.

De hecho, recuerda que España sigue por debajo de la media de la OCDE en educación financiera, y un 17% de los estudiantes no alcanza el nivel mínimo funcional, lo que refuerza, según estos expertos, la urgencia de actuar desde el sistema educativo.

Para explicarlo, los autores del informe definen una tipología de desventajas que está afectando negativamente a los jóvenes españoles:

  • Cognitivas: relacionadas con bajo rendimiento en matemáticas o comprensión lectora, que penalizan en promedio 58 puntos menos en la prueba de competencia financiera del Informe PISA.
  • Estructurales: derivadas de entornos socioeconómicos desfavorables, con un impacto medio negativo de 41 puntos.
  • Situacionales: ligadas a la falta de exposición a contenidos financieros en casa o en el aula, que restan 24 puntos.

El documento destaca que la desventaja situacional es la que ofrece más margen de mejora desde las políticas educativas. “Es la más fácilmente corregible”, afirman, y proponen instrumentos como talleres, juegos, proyectos de microemprendimiento o colaboración con instituciones financieras.

Según Funcas, recibir educación financiera formal en el colegio puede aportar 30 puntos adicionales en las pruebas, suficiente para neutralizar la desventaja situacional.

El profesor Gonzalo Illesca, de la UFM de Madrid, coincidió en la necesidad de una transformación del sistema desde los niveles más tempranos ya que “la formación para emprender debería comenzar desde la educación más básica”.

Para Illesca, introducir conceptos financieros de forma progresiva ayudaría a que los jóvenes entendieran cómo gestionar su dinero, calcular costes e incluso plantearse el autoempleo como una opción real cuando quieran incorporarse al mundo laboral.

Pero no todo el aprendizaje se realiza formalmente en la escuela y Funcas apunta también al papel de la familia destacando que los adolescentes que hablan con sus padres sobre “ahorro, gastos o decisiones de compra” obtienen mejores resultados en competencia financiera, incluso si parten de entornos desfavorables.

La educación financiera es básica para poder emprender un negocio

El estudio de Funcas aborda una serie de competencias como “presupuestar, anticipar ingresos y gastos, evaluar riesgos o entender conceptos fiscales” que son fundamentales para cualquier persona que quiera iniciar una actividad por cuenta propia, según los expertos consultados.

La profesora Marta Grañó, de OBS Business School, subrayó precisamente esta relación explicando que “los jóvenes tienen muchas ideas, pero sin competencias financieras es muy difícil que puedan transformarlas en proyectos viables”.

Grañó insistió también en que la educación financiera no debería limitarse a los contenidos teóricos, sino que “debería ser transversal y práctica desde edades tempranas, para que los jóvenes puedan tomar decisiones informadas, tanto como consumidores como potenciales emprendedores.”

El enfoque de la profesora de OBS Business School coincide con el del informe de Funcas, que propone “aprender haciendo” como vía más eficaz para adquirir autonomía financiera de cara a poder desenvolverse en la economía real.

¿Cómo enseñar educación financiera para fomentar el empeendi?

Los autores del informe insisten en que los contenidos financieros deben adaptarse al contexto del alumno y aplicarse en experiencias prácticas. En este sentido, enseñar a calcular márgenes, simular facturas, gestionar un presupuesto o presentar un plan de negocio básico pueden ser pasos clave para fomentar la mentalidad emprendedora.

En lugar de centrarse exclusivamente en conceptos fiscales abstractos, Illesca propuso que en los niveles educativos más elementales la escuela se centrara en enseñarles a “manejar su propio dinero” como paso previo a una formación más completa y añadió que sería “sencillo en términos de educación pero aportaría muchísimo a que la gente emprenda”.

Esta perspectiva, reflexionó, puede tener efectos positivos sobre la motivación para emprender pero también sobre su percepción social, a menudo estigmatizada frente al empleo público o en grandes empresas.

Otro problema para este experto es la percepción que tienen muchos jóvenes sobre el trabajo “asegurado”, en especial el representado por los funcionarios. Para Illesca ser autónomo requiere otra “mentalidad” que además ofrece otro tipo de satisfacciones en cuanto a que supone “construir algo, para ti, para tu familia, para tu comunidad, para tus clientes. Y eso tiene un valor muy distinto a lo que es ser un empleado, con todo el respeto que me merecen los trabajadores por cuenta ajena”.

El emprendimiento empieza en el aula

El artículo de Funcas concluye que “la educación financiera en la adolescencia es un pilar básico de la autonomía económica futura y una dimensión esencial de la ciudadanía del siglo XXI”.

El estudio también destaca que la escuela puede actuar como “un agente de equidad” ofreciendo experiencias financieras prácticas a quienes no las reciben en casa, y que mejorar estas competencias “es una cuestión de justicia educativa y una inversión social de largo plazo”.

Un alumno que acumule las tres desventajas descritas (cognitiva, estructural y situacional) podría perder hasta 100 puntos en la prueba de PISA, alejándose significativamente del «nivel funcional mínimo».

La evidencia que reflejan estos datos se alinean con los recogidos por el último estudio del Global Entrepreneurship para España y sugiere que quienes tienen mayor autonomía financiera están en mejor posición para tomar decisiones racionales, asumir riesgos calculados y considerar el emprendimiento como una opción factible. Tal y como explicaron estos expertos, sin educación financiera no hay emprendimiento futuro posible.

Miquel Rosselló

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