La historia nos ha enseñado que, cuando Alemania estornuda… Europa se resfría. Lo raro es ahora que, mientras Alemania tiene un gripazo encima, España ruge como si nada.
Alemania se había ganado la fama de ser la locomotora de Europa, por ser una de las economías más robustas y que se han mantenido más estables en el último cuarto de siglo (si no más). Mientras en la última crisis financiera el PIB de España se contrajo en 2009, y volvió a hacerlo en 2011, 2012 y 2013, la economía alemana tan sólo retrocedió en 2009.
Pero la locomotora lleva tiempo renqueando. «Desde 2019, la economía de Alemania ha pasado de ser la locomotora de la economía europea a parecer el hombre enfermo de Europa», confirma Omar Rachedi, profesor del departamento de Economía, Finanzas y Contabilidad de Esade.
En 2023, Alemania entró en recesión con una contracción del 0,3% del PIB, arrastrando consigo a la economía de la eurozona, y ahora ha vuelto a asomarse al precipicio de la recesión. La economía alemana retrocedió un 0,1% entre abril y junio, lastrada por la debilidad de la industria y el consumo.
En economía, dos trimestres seguidos de contracción económica se consideran recesión técnica, por lo que la Alemania estaría a un trimestre de caer, y los expertos avisan de que el desarrollo de su economía está en crisis.
Una crisis que choca de bruces contra la plataforma de lanzamiento de la economía española. Lo de que España va como un cohete lo ha dicho el Gobierno, pero lo confirman los últimos datos de PIB correspondientes al segundo trimestre, cuando la economía creció un 0,8%, y lo avala la mejora de previsiones del Fondo Monetario Internacional, entre otros organismos.
El Ejecutivo asegura que el PIB seguirá creciendo por encima del 2% durante los próximos 4 años (de aquí a 2027). «España será el motor de crecimiento entre las grandes economías europeas en el corto plazo y a futuro», dijo el ministro de Economía, Comercio y Empresa, Carlos Cuerpo, hace algunas semanas.
«Hemos mejorado nuestra previsión de crecimiento del PIB para España del 2,5% de 2023 al 3% este año», observa María Romero, socia directora de Economía de Analistas Financieros Internacionales (Afi).
Para Alemania, en cambio, han reducido el pronóstico al 0,1% y no descartan que se meta en una recesión más profunda: «Estamos hablando de una diferencia entre quedarte estancado a crecer al 3% en términos reales», añade.
«España ruge. Alemania tose», resumían hace unas semanas Hugo Le Damany y François Cabau, economista y economista senior para la Eurozona de la gestora francesa AXA Investment Managers, tras la publicación de los datos de PIB que abría una brecha entre ambas economías.
Esa brecha entre el resfriado de Alemania y el rugido de España (o la locomotora y el cohete, depende de cómo se mire), podría explicarse precisamente por dos modelos económicos diferentes: mientras que la economía alemana se ha especializado en un sector industrial que ahora cojea, en España es el boom del turismo y las exportaciones lo que tira de la economía.
Alemania: ¿el colapso de un modelo económico?
Hace tiempo que Alemania se lo jugó todo a una carta en 2 frentes estratégicos: energía y comercio. El país germano es de sobra conocido por mantener una gran dependencia energética de Rusia y un enorme superávit comercial, lo que significa que vendía a otros países más de lo que les compraba.
Fue este modelo el que despertó la ira del expresidente de EEUU, Donald Trump, que criticaba que viviera a expensas de la demanda de otros países. Pero incluso la Comisión Europea llegó a criticar el modelo alemán, cuyo superávit por cuenta corriente en máximos históricos constituía una fuente de desequilibrios macroeconómicos, por mucho que fuera el fuerte de Alemania.
Pero el shock de suministros derivado del COVID-19, primero, y la desaceleración en China y la crisis energética con Rusia, después, han sacudido los cimientos del modelo económico alemán.
«Como elemento más diferencial respecto a la economía alemana, destaca la menor exposición que tuvo la economía española a la crisis energética», explica Oriol Carreras, economista del Departamento de Economía Española de CaixaBank Research.
La economía española tiene una dependencia muy baja del gas ruso gracias a su capacidad de comprar gas natural licuado de otras partes del mundo. Cuando el estallido de la crisis de precios, en 2022, la energía se encareció en España, pero no lo hizo ni de lejos al ritmo que en el norte de Europa, ni existió el temor de que fuera necesario un corte de suministro.
Alemania, en cambio, le compra a Rusia el 60% del gas que consume, y ha sufrido el aumento vertiginoso de los precios de la energía tras la guerra en Ucrania. El precio mayorista del gas en Alemania se ha disparado un 1.150% entre 2018 y 2022, pasando de 20 a casi 250 euros por megavatio/hora. Y ese encarecimiento ha provocado un terremoto en la industria:
«La falta de gas barato llevó a la manufactura a una crisis severa, lo que explica el reciente mal desempeño de Alemania», confirma Rachedi, aunque aclara que, con el abaratamiento reciente de los precios de la energía, se espera que la industria alemana se recupere.
Por otro lado… China. Actualmente es el principal proveedor de Alemania, por delante de Holanda y Francia, y eso puede ser un arma de doble filo. Porque si China estornuda… Ahora sí, Alemania se resfría.
«Alemania es uno de los países más sensibles a lo que pasa en China. Si China no crece al ritmo deseable, no comprará bienes y servicios procedentes de Alemania, y eso su industria lo nota», resume Romero.
La enorme dependencia comercial de China ha resultado en que, cuando Pekín impuso cortes de actividad dentro de su política híper restrictiva contra el COVID-19, la industria alemana lo sufrió en forma de falta de materiales necesarios para sus empresas.
Y ahora que Europa se repliega al ritmo de la desglobalización y la relocalización en sectores estratégicos, Alemania puede pasarlo todavía peor: «es demasiado pronto, pero en el proceso de desglobalización y reestructuración de las cadenas de valor Alemania puede ser un país claramente perdedor», añade Díez.
¿País de industria o país de turistas?
Si a Alemania se le llama la locomotora europea no es por nada. La industria alemana concentra el 36% de la actividad industrial de la eurozona y supone más del 20% del PIB alemán, frente a alrededor del 15% que aporta la industria en España.
«Por estructura productiva, Alemania está más orientada al sector industrial y la economía española tiene un peso mayor en servicios», explica Romero. El problema es que ahora mismo la industria no atraviesa su mejor momento, mientras que los servicios están siendo más dinámicos. «Eso explica el dinamismo de una y la debilidad de la otra», añade.
«Alemania lo hace peor que España por su perfil más industrial, ya que la industria global está sufriendo más. Además, España depende menos de una China empeorando y más de un turismo boyante», coincide Leopoldo Torralba, economista senior de Arcano Partners.
Mientras la industria alemana sufría el golpe de la crisis energética y de las cadenas de valor, España se beneficiaba de un boom turístico surgido como respuesta al Gran confinamiento de 2020.
«Este boom ha tenido su expresión máxima en 2022 y 2023, pero en 2024 seguimos viendo dinámicas muy notables», ilustra Carreras: «a modo de ejemplo, en 2023 el PIB creció un 2,5% en España, de los cuales siete décimas se explican por las exportaciones netas de turismo. En esta ocasión, la estructura económica en España ha sido un viento a favor«.
«La demanda global ha regresado a los servicios, lo que frena el crecimiento de una economía liderada por la manufactura como la alemana, especialmente en comparación con España», confirma Rachedi.
Que España es un país de turistas no es un secreto para nadie. Solo este año se espera la llegada de 85 millones de visitantes, volumen que ya ha generado presión en algunos destinos como Barcelona, donde algunos habitantes manifestaron su rechazo a las consecuencias del turismo masivo con pistolas de agua.
Pero no es solo un tema de viajeros aterrizando en España. Hay vida (o, mejor dicho, economía) más allá del turismo, matiza Romero: «no solo son los servicios turísticos los que lo están haciendo francamente bien en España. También los no turísticos han experimentado una explosión: en los dos últimos años se ha doblado el volumen de exportaciones netas que generamos, que representa más del 2% del PIB».
Concretamente, el Gobierno estima que este año las exportaciones superen los 100.000 millones de euros, por encima de lo facturado por los servicios turísticos (en torno a 90.000 millones), y la La previsión es que, conforme los principales clientes de España se vayan recuperando, las ventas de bienes al exterior sigan creciendo.
Tanto es así que, a día de hoy, la exportación de servicios no turísticos es incluso más importante que la de los servicios turísticos, añade: «detrás de eso hay servicios de telecomunicaciones, transportes, ingeniería… es una ventaja competitiva importante de las empresas españolas la que explica esa aportación más favorable del sector exterior».
Inmigración y fondos europeos: el empuje final
Hay un último tema que se sale del modelo productivo, pero también explica parte del tirón de España respecto a Alemania.
En Alemania ocurre que, a diferencia de España, donde el consumo lo peta incluso a pesar de la inflación, la demanda doméstica no termina de tirar.
«El problema es que los alemanes no están incrementando su gasto en términos reales, más bien lo contrario», confirma Romero, para quien el factor diferencial está en los flujos migratorios: «en 2022 España recibió 700.000 entradas netas. Eso son personas que están consumiendo y que ayudan a que la economía crezca».
Alemania, en cambio, recibe menos entradas y la tendencia es otra: «la población en edad de trabajar presenta una tendencia muy negativa que va a ser difícil revertir en el corto plazo», apunta Díez.
Por otro lado… no hay que olvidar la inyección de fondos europeos. España recibe, junto con Italia, la mayor cantidad de dinero de Europa en términos absolutos y relativos, y Alemania no. Eso también es una baza para la economía, más aún con el efecto agregado de las reformas contempladas en el plan de recuperación.
Carreras además destaca como elemento diferencial a favor de España en esta crisis el buen comportamiento del mercado laboral. Un comportamiento que, explica, tiene su origen en las políticas fiscales que se implementaron durante la pandemia:
«Estamos hablando principalmente de la figura de los ERTE. El mantenimiento de estas relaciones permitió que el empleo pudiera reactivarse con fuerza cuando las restricciones a la movilidad se levantaron. Este fue un elemento diferencial de la respuesta de nuestra economía a una crisis en contraposición a crisis anteriores y que permitió que nuestra economía pudiera capear mucho mejor los shocks que se han sucedido posteriormente», explica Carreras.
La mala noticia
Pero poco importa que España vaya como un cohete si Alemania se estrella. «Si a Alemania le va mal, al resto de Europa no le irá bien, y a nosotros tampoco», avisa Romero.
Básicamente porque es uno de los principales socios comerciales de España. «Es cierto que si Alemania flojea, el resto lo nota», reconoce Torralba, pero aclara que «Alemania irá mejorando«.
«La debilidad de Alemania es un fenómeno temporal: hay indicios de que su economía debería recuperarse en un futuro cercano», coincide Rachedi. La buena noticia es que, mientras tanto, la economía española está diversificando sus fuentes de crecimiento, «y eso nos permite ser optimistas«, añade Romero.