Estuvo ahí antes que muchos. Cuando en España la palabra startup no estaba ni siquiera en el imaginario colectivo y conceptos como digitalización aludían a tener una página web y poco más, él ya estaba ahí.
Cuando todavía no estaba muy claro que los smartphones y las aplicaciones fueran el futuro, él apostó por ello. Cuando nadie sabía lo que era la gig economy ni se podía intuir hasta qué punto cambiaría las costumbres de los consumidores, él lo vio claro.
Habitualmente, se presenta a José del Barrio como el fundador de La Nevera Roja. Fue algo más que eso. Fue uno de los emprendedores españoles que abrieron el camino de todos los que han venido por detrás. Tras triunfar con su startup, quiso ayudar a que otros lo hicieran.
En 2015, tras protagonizar con La Nevera Roja un exit de 100 millones de euros, Fundó Samaipata, uno de los fondos de inversión más activos del ecosistema español. «Esto empezó de 2010, hace 15 años. Una serie de factores han permitido que haya mucho más talento disponible, mucho más capital, una red de contactos. Hay viento de cola», cuenta a Business Insider España.
Esto, opina, no significa necesariamente que hoy ser emprendedor sea más fácil de lo que era hace años: «La parte complicada para el emprendedor actual es que la competencia es muchísimo mayor. Ya pasa un poco como en los deportes de competición. Las marcas cada vez son mejores, todo se hace más competitivo».
Así, resume, desde el punto de vista del emprendedor hay más tecnología y más talento, pero también hay muchas más posibilidades de que cualquier idea que uno pueda tener ya haya salido a la luz. Puede incluso que ya hayan recibido financiación.
«Ha habido un salto cualitativo gigante en España y en Europa. España iba un poco rezagada, pero el ecosistema ha acelerado. Lo que hay aquí ahora es más dinamismo en las fases iniciales y una financiación que va algo más lenta en compañías con algo más de tracción», diagnostica del Barrio.
El propio Samaipata es un fondo especializado en etapas tempranas de inversión. Esto quiere decir que entra a invertir en las startups cuando estas se encuentran fase semilla o presemilla, es decir, cuando todavía están tratando de desarrollar su producto o su negocio.
Lo hace con apuestas más modestas que las inversiones que se producen en fases más avanzadas y con startups más consolidadas. A cambio, Samaipata asume el gran riesgo que supone apostar por startups con muchas posibilidades de que no lleguen a nada. Por ello, fondos como el de José del Barrio diversifican mucho y tratan de tener un porfolio amplio.
Como muestra de esta estrategia, vale un 2023 que el fondo cerró con siete inversiones a través de un fondo de 110 millones de euros. «Para el futuro, redoblaremos la apuesta en lo que estamos haciendo porque creemos que está funcionando», explica del Barrio sobre sus planes.
Una pregunta, sin embargo, flota en el aire desde hace tiempo. ¿Volverán a España las valoraciones de cientos de millones de euros, o estas fueron un espejismo propio de un momento en el que el dinero estaba demasiado barato? ¿Volverán los tiempos de la abundancia?
El inversor lo tiene claro: «No me cabe duda de que estos tiempos volverán. Yo recuerdo que cuando empecé se ponía en duda que España pudiera mantenerse en niveles de 300 millones de euros de inversión en startups al año, y hoy estamos por encima de 1.000. Lo que ocurre es que hay una situación macroeconómica que el ecosistema todavía está digiriendo«.
Para del Barrio, las consecuencias de los ajustes en los tipos de interés que se están dando desde los bancos centrales para frenar la inflación están cayendo en cascada en un sistema cuyo último eslabón son las startups. Primero sintieron el dolor las grandes tecnológicas cotizadas, luego las empresas más innovadoras de cada país, y finalmente, los mercados privados.
«No hay que confundir lo que es el ciclo con la tendencia. En la tendencia a largo plazo, que habla de lo que ha pasado en los últimos diez años y de lo que pasará en los próximos diez, va al alza. Está clarísimo. Lo que nadie sabe es si el ciclo cambiará este año o el siguiente», explica del Barrio, que añade un factor más que complica estos análisis: la IA.
La IA: entre el optimismo desaforado y la regulación
La IA es hoy la niña mimada de los inversores. Buena muestra de ello la ha dado recientemente la francesa Mistral AI, que, tras levantar 600 millones de euros, ha visto su valoración disparada hasta los 6.000 millones de euros.
La operación tiene especial significado porque se produce en Europa, un continente que ha visto cómo en los últimos años se han empezado a redoblar esfuerzos para regular esta tecnología, algo que no ha gustado a muchos en el ecosistema, que entienden que estas leyes van a ser una rémora para la innovación y va a dejar a las empresas vendidas ante China y EEUU, que no tienen ley que les frene.
«Es un equilibrio muy delicado. De hecho, es claro que hay dos escuelas de pensamiento. Una la representa en EEUU gente como Ben Horowitz, un optimista tecnológico extremo que básicamente piensa que la industria ya se regulará sola», explica del Barrio.
«En el otro lado está quien piensa que una sobrerregulación puede hacernos perder competitividad y caer en la irrelevancia. Nosotros pensamos que hay que crear un ecosistema con unas condiciones razonables para que haya innovación, progreso económico y bienestar. Demasiada regulación puede tener consecuencias graves. Esto es una teoría de juegos, y otros continentes y países no se lo van a pensar».
Para Samaipata, la IA es solo una continuación de un paulatino proceso de digitalización que lleva produciéndose 30 años: «Lo que va a haber esto es una aceleración de ese proceso que veníamos viendo, lo cual tiene enormes efectos positivos».
Ahora, a fondos como el suyo se les plantea el reto de distinguir el grano de la paja, es decir, de discernir entre aquellas empresas que de verdad están dando un uso a la IA de aquellas ni lo están integrando ni lo están desarrollando, aunque ahora digan que sí.
«Ahora ninguna empresa habla de blockchain, aunque se dedique a ello, porque sabe que no levanta dinero. La palabra de moda ahora es la IA. Lo que hay que ver es cómo esta tecnología mejora su propuesta», resume del Barrio, para quien las startups tienen que tener en mente un concepto clave: defensa.
En el ecosistema, se habla de que una startup tiene buenas defensas cuando cuenta con mecanismos que impiden que competidores de mayor tamaño repliquen su solución.
«Es algo que hablamos mucho con las startups. ¿Cómo vas a conseguir que cuando tengas cierta masa crítica seas capaz de defender tus márgenes o defender tu posición y que no te coman tus iguales o empresas que están por encima? Es una de nuestras principales tesis de inversión. ¿Cómo harás para que tu propuesta de escalar sea defendible de tu competencia?», argumenta el inversor.