Rusia está a punto de perder a su mayor empresa tecnológica, lo que supondría un revés para los planes del presidente Putin de fomentar alternativas rusas a la tecnología occidental.
Yandex, a la que a menudo se denomina la Google de Rusia, es la mayor compañía de internet del país, conocida por su navegador de búsqueda y sus aplicaciones de transporte. Sin embargo, su empresa matriz, con sede en Holanda, estaría intentando salir de Rusia ante el posible impacto negativo que la invasión ucraniana podría tener en su negocio, según publica el New York Times.
El abandono del mayor gigante tecnológico ruso supondría un duro golpe para el presidente Vladimir Putin, que ha hecho un esfuerzo específico en producir tecnología y bienes rusos para intentar combatir las sanciones que han cortado el acceso a los proveedores occidentales.
Como parte de un plan de reestructuración más amplio del que informó por primera vez el medio de comunicación ruso The Bell, la empresa matriz de Yandex, Yandex N.V., estaría intentando trasladar sus negocios y su tecnología más prometedora —incluidos sus coches autónomos, su aprendizaje automático y sus servicios de computación en la nube— fuera de Rusia.
El New York Times cita a 2 personas relacionadas con este asunto que han indicado que, para desarrollar su actividad con normalidad, la organización necesita acceso a los mercados, los expertos y las tecnologías occidentales, todo lo cual es inviable mientras continúe la invasión rusa de Ucrania y sigan vigentes las sanciones a Rusia.
Sin embargo, la decisión de trasladar el negocio de Yandex a otro país podría no estar en manos de su empresa matriz. La compañía deberá obtener primero la aprobación del Kremlin para transferir las licencias tecnológicas registradas en Rusia fuera del país, según el New York Times. Además, los accionistas de Yandex tendrían que aprobar primero un plan de reestructuración más amplio.
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El sector tecnológico ruso se tambalea en medio de la guerra
La trayectoria de Yandex, que en su día fue aclamada como la rara historia de éxito empresarial de Rusia, ha ido topándose con distintos baches desde que comenzó la invasión rusa de Ucrania. La actual historia del gigante tecnológico no difiere mucho de la que cuentan hoy otras firmas de Silicon Valley.
Yandex empleaba a más de 18.000 personas, tenía un valor de más de 31.000 millones de dólares —unos 29.800 millones de euros— y llegó incluso a contar con oficinas en el centro de Palo Alto (California, Estados Unidos), pero desde que comenzó la invasión rusa, miles de trabajadores han abandonado Rusia.
El precio de las acciones de Yandex, que cotizaba en la bolsa de Nueva York hasta que se suspendió su actividad como sanción frente a Rusia, cayó hasta hacer perder a la compañía cerca de 20.000 millones de euros. Mientras tanto, las acciones de la tecnológica que cotizan en Moscú han caído más de un 60% en el último año.
La situación de Yandex es la viva imagen de otras tecnológicas rusas, que han sufrido problemas similares ante las sanciones occidentales y el éxodo de decenas de miles de empleados rusos, según recogía Al Jazeera.
Es algo que ni siquiera Putin puede negar, el sector tecnológico ruso afronta dificultades «colosales» a medida que cerca de 40 países restringen el acceso de Rusia a tecnologías como los semiconductores o los equipos de telecomunicaciones mediante el control de sus importaciones.
Lograr la independencia de Rusia de la economía mundial ha sido una ardua batalla para el Kremlin, un interés que comenzó antes incluso de la invasión ucraniana y de las posteriores sanciones. En 2015, Rusia intentó impedir que todos sus organismos gubernamentales utilizaran software extranjero, pero en 2019 solo el 10% del software utilizado por el Estado era de fabricación rusa.
Rusia no solo depende de la tecnología extranjera. El 65% de las empresas rusas dependen de las importaciones para su fabricación, según una publicación del banco central ruso de 2021. Desde los coches hasta el papel de oficina, la mayoría de las compañía cuentan con proveedores extranjeros en algún punto de su cadena de suministro.
Bianca Chan, Business Insider