Así utilizan los autónomos y los negocios la inteligencia artificial para mejorar sus propuestas comerciales

Se estima que los profesionales destinan en torno al 28% de su jornada laboral al correo electrónico y a comunicarse con sus clientes, según datos de la consultoría McKinsey sobre la productividad en el trabajo. Un tiempo en el que destaca la elaboración y el envío de propuestas comerciales.

No en vano, con 3,4 millones de autónomos y entre 2,9 y 3,2 millones de pymes que compiten por proyectos y clientes, los pequeños negocios deben optimizar cada contacto para rentabilizar sus esfuerzos.

Y es que, si bien las propuestas comerciales siguen siendo la carta de presentación más directa entre un proveedor y un cliente potencial, su capacidad para convertir una oportunidad en una venta depende tanto del fondo como de la forma. Es decir, un texto claro y sin errores puede marcar la diferencia entre conseguir o no ese pedido.

No obstante, se trata de un proceso que exige una atención frente a la que se encuentra la presión por responder rápido. Esa presión refuerza la necesidad de apoyarse en herramientas que agilicen la redacción sin sacrificar la calidad. Como las que están basadas en inteligencia artificial, que automatizan las tareas repetitivas y ahorran tiempo.

Es el caso de CorrectoAI, una solución diseñada para el idioma español, que combina revisión ortográfica con ajustes de estilo pensados para profesionales y pymes, lo que facilita personalizar y pulir propuestas sin renunciar a la agilidad necesaria en el día a día.

Por qué a los freelance debería importarles el estilo de una propuesta comercial

Una propuesta comercial es un documento formal que, en el fondo, trata de presentar una solución a una necesidad concreta del cliente a través de una serie de servicios, metodología, plazos y presupuesto.

Pero va más allá de enumerar las capacidades del profesional: debe transmitir una comprensión del problema o lo que se pide. Así como aportar valor diferencial y ofrecer seguridad sobre el resultado esperado.

Frente a la mencionada competencia del mercado, la primera impresión escrita pesa tanto como una reunión presencial; por eso el cuidado en el lenguaje, la estructura y la presentación no es un lujo, sino una parte fundamental del proceso de venta.

Errores frecuentes al plantear una propuesta comercial eficaz y cómo evitarlos

Los fallos en un texto que tiene como objetivo realizar una venta, además de reducir la eficacia de una propuesta, ya que restan claridad, minan también la confianza del posible cliente y, en muchos casos, impiden avanzar en la negociación. Los más habituales que se observan entre los pequeños negocios son:

Falta de conocimiento del cliente

No dedicar unos minutos a identificar la actividad del cliente se traduce en una falta de personalización, lo que penaliza desde la primera línea: una propuesta que suena genérica desprende poca atención y obliga al lector a adivinar si la oferta encaja con sus necesidades.

La forma de evitarlo es incorporar un diagnóstico breve y concreto sobre la situación del cliente, con menciones a su sector, datos públicos o un problema detectado. Esto convierte la propuesta en un documento relevante desde el primer párrafo.

Título e introducción confusos

Un título y un comienzo que pecan de escuetos o lo opuesto dificultan la lectura y reducen las posibilidades de que el documento pase del primer vistazo. Sin hablar del saludo, que debe personalizarse.

Añadir un resumen ejecutivo, que en una o dos frases explique claramente el problema, la solución propuesta y el beneficio esperado, funciona como ancla para mantener la atención y orientar la lectura del resto del texto.

Exceso de tecnicismos o lenguaje poco claro

El abuso de tecnicismos o la vaguedad terminológica complican la comprensión y generan desconfianza. Cuando el lenguaje es excesivamente técnico sin necesidad, se pierde al interlocutor; si, por el contrario, se simplifica en exceso, se corre el riesgo de no transmitir rigor.

La mejor estrategia es ser directo, sin rodeos, y adaptar el tono según el cliente, acompañando términos específicos con ejemplos o métricas que permitan valorar el alcance real del servicio.

Plazos y condiciones vagas

En relación con lo anterior, la ambigüedad puede provocar malentendidos y disputas posteriores; una propuesta eficaz descompone el proyecto en hitos concretos, con entregables definidos y criterios de aceptación.

Frente a esto, enumerar fases o fechas, aunque sean orientativas, así como asignar responsabilidades facilita la toma de decisiones y reduce la fricción durante la ejecución. Los clientes confían más en cifras y casos reales que en promesas genéricas.

Precio aislado, sin hablar de valor

A colación de las cifras, presentar el precio de forma aislada sin contextualizar el valor detrás del mismo puede convertir una oferta competitiva en una opción difícil de justificar. Así, conviene explicar el retorno esperado, en forma de ahorro de costes, incremento de ingresos o mejora de eficiencia. Además, vincular el coste a entregables concretos sitúa el presupuesto en su contexto real y facilita la negociación.

Despedida sin una llamada a la acción

Un cierre del mensaje débil, que no proponga el siguiente paso, reduce la probabilidad de respuesta. La solución es proponer una acción clara y calendarizada, ya sea una breve reunión, una demostración o el envío de un borrador contractual, que convierta la propuesta en una invitación.

Teniendo en cuenta lo anterior, la estructura básica sobre la que elaborar una propuesta debería de incluir los siguientes aspectos:

  1. Portada con título, cliente y fecha.
  2. Resumen ejecutivo (unas 150 palabras).
  3. Diagnóstico y objetivos.
  4. Solución propuesta (con relación de entregables y metodología).
  5. Plazos y calendario de acciones.
  6. Presupuesto y condiciones.
  7. Casos de éxito y referencias.
  8. Llamada a la acción y datos de contacto.

La importancia de un lenguaje profesional y sin errores

Más allá de la estructura, el lenguaje también determina la percepción de profesionalidad. Una propuesta con faltas ortográficas o frases mal construidas comunica descuido, incluso cuando la oferta técnica sea sólida.

Tanto la elección del léxico adecuado como el tono y la coherencia interna crean confianza: términos claros y directos facilitan la evaluación por parte del cliente y reducen las dudas que generan dudas.

Por eso, el proceso de redacción debe incluir una doble revisión: la primera centrada en el fondo (coherencia de la solución, entregables, precios) y la segunda en la forma (ortografía, puntuación, estilo).

Algo que facilita la tecnología; no en vano, la automatización y la IA ya no son solo promesas: ayudan a ahorrar tiempo y a mejorar la calidad del texto. Herramientas como CorrectoAI, que integra funcionalidades que permiten revisar ortografía y estilo y adaptar el tono de la propuesta según el perfil del cliente, sugiriendo mejoras de redacción para sonar más claro, persuasivo y profesional.

Sergio Castaño Ruiz

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