Menos horas de trabajo no resuelven el problema de la baja productividad en las pymes. Ese es un punto clave del debate entre Gobierno y patronal

Sin embargo, ya no son anecdóticas las experiencias de empresas que han buscado una mayor conciliación, como los equipos de DelSol y Grupo Deluxe, y que rompen ese falso mito de que trabajar menos equivale a una menor producción. Por descontado, las principales críticas se centran en cómo afecta esto a otras partes del tejido productivo (hostelería, construcción, servicios) que representan gran parte del empleo en España.

Evidencias recientes

Algunos casos empresariales muestran que una jornada más corta puede traducirse en mejor organización del trabajo, mayor satisfacción laboral y productividad estable o incluso creciente. En Andalucía, empresas como Software DelSol o Grupo Deluxe han implantado modelos de 34-36 horas semanales y han reportado mejoras en compromiso y eficiencia.

Los resultados coinciden con los obtenidos en los pilotos de las semanas laborales de cuatro días realizados en distintos países. El año pasado, desde Xataka, ya compartían algunos resultados esperanzadores: los trabajadores reducen la fatiga, mejoran la concentración y cumplen objetivos con igual o mayor eficacia.

A todo ello, se suma una mejora evidente en la salud de los trabajadores, donde los informes recientes apuntaban a que la reducción de la jornada también mejora el bienestar físico y mental sin afectar a la productividad.

Pese a estas evidencias, el cambio normativo sigue siendo prioritario para el Gobierno, si bien en estos momentos el enfoque principal está en la aplicación del control horario digital y los cambios que exige el colectivo de autónomos.

El Decreto-ley preparado por Trabajo generó controversia: mientras el Gobierno defendía su aplicación generalizada, la Cámara de Comercio de España advertía que “no se puede reducir la jornada laboral por decreto”. Hoy la propuesta está técnicamente congelada, pero todo apunta a que el tema volverá al debate político en los próximos meses.

Ventajas y riesgos para las pymes

Para las pymes, una reducción de jornada tiene luces y sombras. Entre las ventajas se encuentran la retención de talento, menor rotación, mejora del compromiso del equipo y menos absentismo.

Asimismo, se obliga a las empresas a replantear su forma de organizar el tiempo, reducir reuniones innecesarias y priorizar tareas de valor.

Sin embargo, también existen riesgos evidentes. Sectores con alta estacionalidad o con picos de demanda tendrían que contratar refuerzos para cubrir las horas perdidas, lo que supondría aumentar costes laborales, que ha sido una de las críticas mayoritarias a la propuesta.

De igual modo, no todas las pymes cuentan con márgenes para absorber esa carga y una de las críticas más repetidas se ha centrado en los niveles de productividad por hora de trabajo.

En este sentido, los expertos sugieren que la clave no está solo en “trabajar menos horas”, sino en organizar mejor el trabajo. Algunas pymes que han hecho pruebas piloto en departamentos concretos han comprobado que el éxito depende de invertir en digitalización, mejorar procesos internos y fijar objetivos claros más que en el mero ajuste de horarios.

Productividad vs. hora trabajada

Se necesitan cambios en la productividad. España ha avanzado en competitividad, los datos muestran que la productividad por hora trabajada sigue por debajo de la media europea. Según la OCDE, en 2022 España generaba alrededor de 53 dólares por hora trabajada, frente a los 61 dólares de media en la eurozona. BBVA Research calcula que la brecha con la eurozona alcanzó el 19,4 % en 2023 (El País), situando a España en torno al 80 % de la productividad media de la UE.

Sin embargo, varios estudios matizan esta lectura.

La diferencia no se explica por “trabajar menos o peor”, sino por la estructura económica española. España tiene más peso de sectores de baja productividad como turismo o comercio, y un tejido empresarial dominado por pymes de menor tamaño, lo que reduce el promedio agregado. A esto se suman menores inversiones en capital e innovación y fenómenos como el presentismo laboral, que alargan las jornadas sin que ello suponga más valor añadido. Por eso, al debatir sobre la reducción de jornada, los expertos insisten en que la clave no es “trabajar más horas”, sino organizar mejor el tiempo y aumentar la eficiencia real.

Mientras tanto, las pymes pueden aprovechar este tiempo para observar los programas piloto, aprender de quienes ya han aplicado cambios y preparar sus procesos internos. Si la medida acaba imponiéndose por ley, quienes se anticipen tendrán más opciones de convertir la reducción de jornada en una ventaja competitiva en lugar de un lastre.

Javier Ruiz

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