El 88% de las empresas ya usa IA, pero McKinsey alerta de un estancamiento en la fase piloto

La inteligencia artificial ha alcanzado a buena parte de las empresas a nivel global, pero no ha conseguido calar en las estructuras más profundas. En muchos casos, no ha conseguido transformar por completo los flujos de trabajo, como señala el reciente informe «The state of AI in 2025: Agents, innovation, and transformation», publicado por McKinsey & Company.

El estudio examina el grado de adopción de la IA en organizaciones de todo el mundo, así como su impacto económico, los retos y las oportunidades que afrontan las compañías en este nuevo escenario tecnológico.

La IA se embarra en la fase piloto

Entre los mayores desafíos se erige que la mayoría de las entidades permanece en fases primitivas, sin tenerlo integrado realmente en sus proyectos cotidianos. Carlos Fernández Naveira, socio de McKinsey & Company y líder de QuantumBlack en
Iberia, sostiene que «muchas organizaciones siguen probando y testeando casos de uso sin centrarse en el valor y sin foco en escalar la tecnología de forma estratégica. La diferencia entre experimentar y transformar sigue siendo profunda».

El análisis de McKinsey & Company evidencia una expansión internacional prácticamente universal, pero en una capa superficial. Un 88% de las empresas afirman emplear esta tecnología en al menos una función, lo que supone un aumento notable en tan solo un año (78% en 2024). No obstante, esta apuesta no se encuentra en un punto de madurez en el uso generalizado, porque solo un tercio asegura haberla adoptado a gran escala de manera transversal.

En el caso de las compañías más grandes (con ingresos superiores a 5.000 millones de dólares), este proceso de transformación exponencial sí avanza un ritmo más veloz. El 49% de ellas sí sostiene que ha escalado la IA en distintas áreas del negocio. En cambio, esto solo ha ocurrido en el 29% de empresas con menos de 100 millones de dólares de facturación.

¿Quiénes usan más la IA y para qué?

Entre las tendencias de uso figuran los asistentes de inteligencia artificial. El 23% de las empresas utiliza agentes de IA en al menos una de sus tareas y el 39% mantiene estar probando esta tecnología. Pero aun así, solo el 10% ha dictaminado su uso en una función concreta de manera constante. En la mayoría de casos, la adopción se limita a una o dos áreas del negocio.

Los equipos que más están apostando por la IA son marketing y ventas, estrategia y finanzas corporativas, desarrollo de productos y servicios y, cada vez más, gestión del conocimiento.

Benjamim Vieira, socio senior de McKinsey & Company, sostiene: «Las compañías que hoy están capturando más valor de la IA no son simplemente las que adoptan nuevas herramientas, sino las que han rediseñado sus procesos de punta a punta para aprovechar plenamente estas capacidades. Son organizaciones que han replanteado cómo innovan, cómo toman decisiones y cómo interactúan con sus clientes, integrando la IA en los flujos críticos en lugar de usarla como un complemento aislado».

La IA como catalizador del rendimiento

Algunas empresas que utilizan la IA están percibiendo ligeros repuntes en resultados, según defiende el informe de McKinsey & Company. El impacto económico cuantitativo aún no está del todo claro: solo el 39% de las empresas atribuye algún efecto del EBIT a la IA, y en su mayoría apuntan que es inferior al 5%.

Pero en el plano cualitativo, las industrias reportan mejorías en satisfacción de la clientela y diferenciación competitiva. Y, como destaca el estudio, aquellos organismos pioneros en la incorporación de la IA, dedican el 20% de su presupuesto a la tecnología y multiplican por tres su crecimiento e innovación. Apenas un 6% de organizaciones ya se considera high performer y son aquellas que invierten en infraestructura, talento especializado y modelos de trabajo ágiles.

En este contexto, Vieira aconseja: «Los datos —y particularmente tenerlos disponibles en la nube— actúan como habilitadores esenciales, permitiendo conectar información, escalar modelos y generar aprendizajes continuos. Pero el verdadero diferencial proviene del rediseño organizativo: simplificar, automatizar, eliminar fricciones y crear procesos que permitan a la IA aportar valor de forma sistemática».

La brecha entre compañías que ya han optado por rediseñar sus procesos apoyándose en la IA y aquellas que continúan avanzando de forma marginal se va acrecentando. Como explica Naveira, «las organizaciones que han conseguido escalar la IA comparten un patrón común: inversiones sostenidas, foco en valor e impacto, gobernanza clara y una visión decidida en transformar dominios y flujos de trabajo. El reto para el resto será pasar de la experimentación incremental a un cambio operativo real».

¿Propiciará la IA un cambio en el empleo?

La expansión de la IA genera expectativas híbridas respecto al empleo y también estrategias diferentes en el plano laboral. Por un lado, el 13% organizaciones tiene previsto aumentar su plantilla un 3% a causa del uso de estas tecnologías. Por otro, el 32% de las compañías encuestadas espera reducir su equipo un 3% o más en 2026, estando en esta perspectiva mayoritariamente los agentes más grandes.

Además, las empresas se han concienciado de los riesgos potenciales de estas tecnologías y ya toman más medidas que hace unos años para prevenirlos o vigilarlos. El 51% de las empresas que utilizan IA reconoce haber sufrido algún efecto negativo, y casi un tercio señala problemas derivados de la inexactitud de las respuestas generadas por los modelos.

Por último, la falta de «explicabilidad», concepto que el informe define como «la dificultad para comprender cómo y por qué la IA llega a determinadas conclusiones» es un enfoque aún poco abordado, pese a que muchas entidades lo señalan como un desafío habitual. Todo este contexto sugiere la necesidad de reforzar la gestión y la gobernanza del uso tecnológico, en un avance hacia estructuras más sólidas que hagan un uso efectivo, escalable y seguro de la inteligencia artificial.

Natalia Montero

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